Hay un museo dentro del cuerpo, en los ojos, las manos, el cerebro y el corazón, donde fuimos acumulando la belleza y el misterio que concibieron otros, la hondura que nos comunicaron, el desasosiego que nos llamaba a algo más alto, más recóndito, más oscuro o más secreto a través de las obras de la creación y el arte a lo largo de la historia. En él hemos ido disponiendo, guardando o exponiendo los cuadros, las esculturas, los textos literarios, la música, las construcciones, las películas, también los lugares, todas aquellas obras que nos impactaron, probablemente recreadas por nosotros mismos, que nos conmovieron, y que nos conformaron. Porque seguramente en algún momento de la vida, tal vez desde la temprana infancia, alguien sembró en nosotros la pasión por el arte, la consciencia del espíritu y su necesidad absoluta. Todas esas obras, esas impresiones, asimiladas hondamente , han creado en nosotros una habitación para las musas; ellas son las directas responsables de esa pasión, de esa relación íntima y secreta con los sentimientos, con la memoria; ellas habitan dentro de nosotros. Por eso cada uno erige un altar subjetivo donde el arte y la creación adquieren un significado intensamente personal, perfilándonos como quien en realidad somos. Este libro quiere reunir los poemas que son reflejo o trasunto de todas esas vivencias.